OPINIÓN DE : Proyecto Raíz ucn.raiz@gmail.com
La Iglesia Católica ha dado a conocer su “Mesa para todos en el Bicentenario”, en la que propone un gran indulto carcelario en el que se baraja la posibilidad de excarcelar a reclusos con enfermedades invalidantes, a los mayores de setenta años y a mujeres con hijos menores de edad, entre otros.
Pero entre estas categorías de beneficiados la Iglesia incluye a los condenados por delitos de lesa humanidad, vale decir, los que violaron sistemáticamente los Derechos Humanos entre el período dictatorial reciente de Chile (Tortura con resultado de muerte, violación a mujeres, ejecuciones clandestinas, desaparición forzada de personas, etc.).
Alejandro Goic, el presidente de la Conferencia Episcopal expresó que no hay que olvidar que “no todos ellos tuvieron igual responsabilidad en los crímenes que se cometieron”.
Cabe preguntarnos ¿En qué país vivimos? Está claro que no todos los militares tuvieron igual responsabilidad, y por lo mismo -y después de casi veinte años- fueron sometidos a debido proceso, donde la Justicia chilena determinó la responsabilidad en cuestión y dictó sentencia en los casos que lo requirieran. Por lo mismo, resulta ridículo y majadero cuestionar tal proceso con dicho argumento.
Secundamos a la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, que ha puntualizado que los condenados rehuyeron la Justicia por veinte años, además de ser condenados a sentencias sumamente bajas y vivir con evidentes regalías, así como hasta el día de hoy no haber cooperado para determinar la responsabilidad de más militares.
Por otro lado, resulta confuso escuchar que el indulto Bicentenario está basado en una convicción de cambiar el sistema penitenciario chileno, puesto que claramente, y a pesar de la construcción de nuevas cárceles concesionadas (ahora la reclusión es negocio), los centros penitenciarios no dan abasto y resulta necesario vaciar las cárceles para introducir más presidiarios. Esto último no refleja más que la decadencia de un sistema carcelario punitivo y con escasísima oportunidad de “reinserción social”, que –dicho sea de paso- viola ampliamente los derechos humanos y garantías constitucionales.
Hacemos un llamado a la sociedad y a las nuevas generaciones a que condenemos ampliamente la propuesta de la Iglesia, a sabiendas de que aún hay torturadores libres en la calle y recordando incluso que personajes como Pinochet murieron tranquilamente en sus camas, demostrando que la dictadura aún respira.
¡NO ROTUNDO AL INDULTO DE MILITARES ASESINOS!
PROYECTO RAÍZ
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